Fueron tantos los besos, caricias. Fue una noche inolvidable.
En la mesa de noche estaba el vino, las copas y por supuesto estábamos nosotros para darle larga a nuestro derroche de amor.
Comenzamos por probar el vino, colocamos música de esa que le mueven los sentidos .
No pronunciábamos palabra alguna, con sólo mirarnos el uno al otro todo lo decíamos. Entre copas y miradas las cosas se fueron dando.
Mientras tanto en mi estomago sentía mariposas, un frío en mi pecho, debilidad en las piernas, mis manos sudaban y temblaban; todos esos síntomas que son producto de algo que se llama amor.
Sin darme cuenta estaba entre sus brazos a punto de caer en el sofá para empezar nuestro idilio.
En el sofá iniciamos algo que deseamos. Por un momento el tenía el control, de repente cambiaba la escena y yo estaba encima suyo, besando su pecho, agarrando sus nalgas y sintiendo su marca en mi ser. Esa marca que hacía llevar a los más altos limites de euforia.
Cuando caíamos exhaustos optábamos por mirarnos y sonreírnos y decir esas cursis pero hermosas palabras. “ te amo” “eres mi gran amor” “mi razón de ser”
Luego, nuevamente la fuga de nuestros sentimientos y deseos más irracionales salían a flote.
Estos momentos que son una de las tantas razones por las cuales sigo contigo. Has sabido ser ese hombre que logra cambiar mis estado de animo en segundo, de furia y calma, cielo e infierno, de la vida a la muerte, de la felicidad a la tristeza absoluta. Por todo esto que me haces sentir es que no me arrepiento de haberte dado el sí ante un altar.
En la mesa de noche estaba el vino, las copas y por supuesto estábamos nosotros para darle larga a nuestro derroche de amor.
Comenzamos por probar el vino, colocamos música de esa que le mueven los sentidos .
No pronunciábamos palabra alguna, con sólo mirarnos el uno al otro todo lo decíamos. Entre copas y miradas las cosas se fueron dando.
Mientras tanto en mi estomago sentía mariposas, un frío en mi pecho, debilidad en las piernas, mis manos sudaban y temblaban; todos esos síntomas que son producto de algo que se llama amor.
Sin darme cuenta estaba entre sus brazos a punto de caer en el sofá para empezar nuestro idilio.
En el sofá iniciamos algo que deseamos. Por un momento el tenía el control, de repente cambiaba la escena y yo estaba encima suyo, besando su pecho, agarrando sus nalgas y sintiendo su marca en mi ser. Esa marca que hacía llevar a los más altos limites de euforia.
Cuando caíamos exhaustos optábamos por mirarnos y sonreírnos y decir esas cursis pero hermosas palabras. “ te amo” “eres mi gran amor” “mi razón de ser”
Luego, nuevamente la fuga de nuestros sentimientos y deseos más irracionales salían a flote.
Estos momentos que son una de las tantas razones por las cuales sigo contigo. Has sabido ser ese hombre que logra cambiar mis estado de animo en segundo, de furia y calma, cielo e infierno, de la vida a la muerte, de la felicidad a la tristeza absoluta. Por todo esto que me haces sentir es que no me arrepiento de haberte dado el sí ante un altar.